domingo, 17 de febrero de 2013

OCTLI - SUBVERSIÓN INTERNA

Desde un principio, desde la llegada de los españoles a América, el pulque se vio influido por el concepto europeo de las cosas. Por ejemplo, el nombre en nahuatl de lo que conocemos como pulque es Octli. Según la Mtra. Patricia Ledesma Bouchane la fermentación del aguamiel llamado pulque es un termino que introdujeron los españoles de un vocablo de las islas del Atlántico que significa “podrido”. Al parecer está sería la forma de explicarse una bebida que no podían entender sin experimentar, primero, la cosmovisión y cosmogonía prehispánica. Tenían que dominarla con el intelecto ilustrado de Europa ya que su esencia americana y divina les era inalcanzable; así que optaron por la relación entre fermentación y podredumbre para definir algo que iba más allá de un proceso químico. Y aunque este concepto a pasado por varios procesos históricos sin verse, en realidad, modificado en la idea general; actualmente, con la resurrección de la cultura Pulquera en la Ciudad de México, se demuestra que el concepto usado por los españoles es más débil que la realidad acontecida.
En tiempos de la colonia el consumo del pulque era considerado por los españoles, según los estudios de William Taylor y Juan Pedro Viqueira un elemento que alteraba, improductivamente, el comportamiento de los indios. Se afirmaba que la situación deplorable de sus vidas se debía al consumo de este milenario producto y que de no usarlo en sus vidas barbaras, su situación cambiaría dirigiéndose hacia un progreso correcto, el progreso Europeo. Pero eso decían los españoles, ese era su papel como conquistadores. No será que el indígena a partir de una situación crítica, como en la que se encontraba durante la colonia, fuera la verdadera causa de su embriaguez y no al contrario como los impositores afirmaban. La interpretación depende de quien cuente la historia. Desde el punto de vista moral y religioso, los evangelizadores católicos, con justa razón, no aceptaban siquiera el simple uso cotidiano, acostumbrado y milenario de conexión divina que representaba el pulque. El hecho de ser indígena y beber pulque sin embriagarse era motivo de castigo que se aplicaba de la misma forma que si se hubiera perdido la noción por tanto beber. Susana Corcucera cita en su artículo “Pulque y evangelización. El caso de Fray Manuel Pérez (1713)”: “Ni toda la población indígena era borracha, ni todo el que bebía pulque era necesariamente ebrio. Esto nos deja ver que el aparentemente mal colonial no radicaba en la embriaguez y los efectos de ésta particularmente. Otras bebidas embriagantes como el vino, de origen Europeo, eran difícilmente consideradas como dañinas; y al contrario de lo que pensaban del pulque los españoles, se respetaba la esencia divina del vid como la sangre de Cristo. La contradicción era evidente. En realidad no importaba la embriaguez y sus efectos, si no el poder que otorgaba el imponer moralmente algo como dañino. El poco caso por parte de los indígenas consumidores de pulque a las normas establecidas por la Iglesia y el aumento de su venta fue motivo, aparentemente, para que la Corona tomará medidas y logrará beneficios de la rebeldía producida por el pulque. Aunque era éticamente mal visto el uso del pulque se prescindió de su peso moral y la Corona Española apoyo para aumentar el consumo y producción; pues éste generaba grandes impuestos absorbidos por la Real Hacienda.
           Durante la independencia aumentó el número de pulquerías y; al finalizar aquella y toda la primera mitad del siglo XIX, con la inestable situación del país, impidió que existiría un control formal por parte del gobierno para la instalación de pulquerias; hasta que se llevaron a cabo los proyectos de modernización en la segunda mitad del siglo. En 1854 se optó por llevar a las pulquerías a las orillas de la ciudad. La intención de las autoridades fue confinar y separar el consumo de pulque de los sectores populares, de las elites. Esto provoco un fenómeno que llevó a que se aumentara el uso de la bebida y ,por ende, la producción en haciendas magueyeras . Otra vez, la imposición y normativizad había favorecido a la industria pulquera en vez de lo contrario.
Pulquerñia en Tacubaya
  
Mecapaleros
Entre 1900 y 1920 el pulque tuvo su mayor auge de popularidad. Las pulquerías eran un punto importante de reunión social. No había día que no hubiera clientes. Para la dominación de las vidas cotidianas de las personas que ahí asistían se implantó un control administrativo. Las autoridades implantaron normas como: un horario de servicio que no favorecía a las pulquerias , la prohibición de mujeres dentro de estos establecimientos, el consumo del pulque solo acompañado de alimentos y toda una lista de requisitos para la instalación de “pulcatas” casi imposibles de cumplir. Por otro lado, la influencia moral de esta época, marcada por la sociedad, degradaba, no solo al pulque si no mucho de lo que en las pulquerías sucedía, como: gritar, jugar o permanecer ebrio. Pero, de nuevo en la historia del pulque después de la conquista, estas limitaciones nunca fueron obstáculos para su consumo. El pulque poco a poco se ganaba una reputación rebelde. La vida de las pulquerìas se mantuvo ante un esfuerzo de destruirla. Es probable que una de las causa fuese que tanto la policía encargada de hacer cumplir las normas civilizadoras del gobierno como los clientes de las pulquerias existiera un gusto en común por el pulque y todo el contexto social que implica el beberlo, dando como resultado una compresión y camaradería que las autoridades no veían. Se demostró que las leyes no podían en contra de las tradiciones y los gustos del pueblo. No había forma de controlar lo que se llevaba en la sangre. Hasta que otra bebida conquistó el gusto del mexicano, la cerveza. Al iniciar la revolución mexicana, la introducción de nuevas bebidas como la cerveza, disminuyó el consumo de la milenaria bebida prehispánica. El pulque debía dar paso a las nuevas industrias capitalistas; así que se inventaron leyendas sobre la fabricación del pulque para que la gente dejara de consumirlo: La muñeca echa de excremento para agilizar la fermentación era una de ellas. Mario Barbosa Cruz concluye en su ponencia: " Los argumentos en que se sustentaba la batalla contra estas bebidas, y en particular contra el pulque, se encontraban en la defensa de una ciudad más salubre y civilizada. El pulque fue asociado con la suciedad, los gérmenes relacionados con la insalubridad y la inmoralidad, término utilizado para calificarlos comportamientos que no cabían en los moldes de la ciudad urbanizada y moderna. Como la pobreza, el consumo de pulque y la vida en los lugares populares en donde se consumía esta bebida fueron motivo de crónicas y amplias descripciones sobre la situación de insalubridad que relacionaron embriaguez y delincuencia." Se comenzaron a beber bebidas embotelladas que no fueran artesanales y tuvieran un control de calidad. El pulque parecía estar en graves problemas, pero la integración del mundo indígena a los medios de comunicación y el estilo artesanal en auge dio pauta para un regreso inesperado del pulque a la sociedad mexicana.

Pulque y Cerveza
Hubo épocas que el uso de pulquerías como puntos de reunión social y de posible organización subversiva fue una preocupación de las autoridades. Actualmente, que lo que se consideraba subversivo también es víctima del capitalismo, no es necesario ir a una pulqueria para consumir pulque de forma social. Existen lugares donde se vende pulque y no son pulquerías. Son lugares donde la música, los olores, las imágenes y hasta las ideas son totalmente diferentes de lo que conocemos como pulquería. Cumplen con todas las normas aplicadas por la autoridad y están libres de suciedad, las autoridades ya no temen a lo que se construya ahí. Sin embargo el pulque se está actualizando y el sabe por donde es el camino, no las leyes. Él esta ahí para todos. Y para los corazones tradicionales queda de consuelo que las pulquerías están renaciendo, se están llenando de jóvenes deseosos no solo de beber un pulque por el estado de embriaguez que crea; si no por el hecho de compartir con los demás una esencia milenaria, rebelde y mexicana que se bebe a cada trago.

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