jueves, 28 de febrero de 2013

La idea de pulque - Un acercamiento personal a la realidad actual del pulque.-

Entre los bebedores de pulque en la Ciudad de México se dice que el buen pulque proviene de Hidalgo, que lo producido en la capital es una porquería. Dicen que Apan es el pueblo hidalguense donde una de sus mayores atracciones y tradiciones es la producción de pulque. Sin embargo, al comenzar a indagar sobre el pulque de Apan me encontré con un relato de Susana V en la revista México Desconocido donde desmentía esta idea de que Apan era un pueblo, actualmente, extremadamente  pulquero. Así que, en ves de comprobar lo dicho por Susana e ir a Apan a continuar mi investigación, me di a la tarea de buscar otra región del estado para comprobar la homogeneidad de la realidad pulquera. Y es así como llegué a la zona semidesértica de Hidalgo donde está fundado Tepeji del Río y fui testigo de la realidad del pulque.
     Lo primero que me dijo Hector, joven de aproximadamente treinta cinco años de edad oriundo de Tepeji del Rió, cuando le pregunté sobre el pulque de está zona del Estado de Hidalgo fue que en el pueblo ya no había pulquerías y que no seria tan fácil conseguir pulque porque la gente, lo pocos tlaquiqueros que quedaban, solo raspaban los magueyes para su consumo personal. Tal vez podría encontrar una pulquería en el siguiente pueblo, pero él no estaba muy seguro de que aún estuviera aquél lugar. Al escuchar esto pensé que mi viaje terminaría pronto y me quedaría con la idea del pulque capitalino y me perdería de la calidad famoso pulque hidalguense.

Luna, la gata de Hector
Para mi suerte, el hablar de pulque produjo en Hector algo más que un tema de conversación. Mi intereses por el pulque se convirtió en una maquina del tiempo que lo regresó hasta su niñez. No tardó en contarme como desde muy pequeño el consumía aguamiel – bebida extraída del maguey, sin fermentar; la cual al encontrarse con bacterias se convierte después de un tiempo, en pulque. Hector recordó:“ Decían que era muy bueno para los bichos y lombrices” . Al pensar en voz alta le comenté que los mexicas prohibían en general el consumo del pulque y que solo podían beberlo, cuando quisieran: los considerados ancianos (52 años), los sacerdotes, guerreros y que solo en algunos días especiales: toda la población (niños, mujeres y hombres de todas las edades). Y sin dudarlo me dijo: “ Pues yo la primera me la puse con pulque a los ocho años”.
Internos en la platica sobre los objetivos de mi investigación Hector recordó que su madre aún compraba pulque. Automáticamente ubicó quien se lo vendía y seguramente quien lo producía. Me advirtió que si mi intención era ver el proceso del raspado del corazón del maguey ese día, no era posible. Pues los tlachiqueros trabajan temprano – cinco o seis de la mañana- y ya era casi medio día cuando estábamos teniendo ésta charla. Sin embargo Hector se apunto para llevarme con el tlachiquero y así, por lo menos, no me fuera sin probar el pulque rural.
Mientras nos preparamos para irnos se me ocurrió preguntar sobre la influencia de la cerveza u otras bebidas en el pueblo. Hector en un principio parecía no entenderme. Así que le expliqué que en la Ciudad de México la popularidad del pulque va en ascenso; que los jóvenes son ahora los que abarrotan las pulquerías, beben pulque, tocan su música en la rockolas y hasta llevan bandas de “rock pesado” a tocar en vivo; crean organizaciones pulqueras, sitios web, redes sociales referentes al pulque y hasta blogs. Asombrado por mi información se dirijo hacia su esposa y dijo algo como: “ ¿Ya viste?, ¡ dice que en México está subiendo la venta del pulque !” Con un semblante , posiblemente de extrañeza o decepción, regresó su mirada hacia mi y reiteró: “ Aquí pues no hay ninguna pulquería, tal vez en el otro cerro, cruzando la carretera, aquí los chavos beben ya pura cerveza.”





Llegamos en auto a una intersección entre dos cerros. Apeamos y se lograba ver de un lado, una empinada con habitantes, casas, caminos y todo tipo de cactus; del otro, otra empinada donde estaban los incipientes vestigios de la construcción de una moderna zona residencial, que por el momento se encontraba detenida, según, por haber encontrado ruinas arqueológicas en la zona donde se realizaba el proyecto y ,también, más cactus; entre ellos magueyes pulqueros. Ahí encontramos magueyes con las pencas recortadas, secas y unos tremendos huecos en el centro de la planta. Hector me explicó que ya habían sido raspados hace mucho tiempo pero que si me servía para mi investigación, así es como quedaban de arruinados los magueyes después de ser útiles y de extraerles el aguamiel. Tomé algunas fotos del lugar y de las ruinas pulqueras. Sin embargo mi objetivo fotográfico principal fue mostrar los enormes magueyes sanos. Estuvimos unos cuantos minutos por ahí y tomamos camino para la casa de doña “Vicky”, la tlachiquera


Después de subir caminando una cansada empinada llegamos, por fin, a la casa de doña “Vicky”. Tocamos un par de veces el timbre y nadie salió. Así que Hector expresó: “Casi no salen, siempre están en casa”. Sin decirme nada tomó camino, rodeó la casa y caminó entre unas cosechas secas, donde por las acequias no corría nada más que tierra. Lo seguí y llegamos a la parte de atrás de la casa donde habían unas pequeñas jaulas con patos , guajolotes; en unas más grandes, borregos. Muy pegado ahí estaba la parte trasera de otra casa. Hector se dirigió hacia una muchacha que tendía la ropa y preguntó algo. No logré ver ha donde se había ido la muchacha solo noté que en su lugar salió un hombre, de no se donde, casi de la misma edad de Hector. Se saludaron y Hector hizo el favor de presentarnos. Su nombre de aquel hombre era Amado. Hector le platicó Amado mis intenciones. Amado amablemente me hizo corroborar lo que Hector ya me había dicho: “Aquí no hay quien venda pulque, las pulquerías desaparecieron hace mucho casi todo el que se hace es para uso personal”. Caminando de regreso por las cosechas secas Amado me explicó, para ayudarme en mis dudas, que si al maguey le sale quiote – flor amarilla del maguey – no sirve, ya, para extraer aguamiel. Comentó que una manera de saber si un maguey debe usarse para extraer aguamiel es primero, considerar su edad. Si tiene entre cuatro y seis años ya está maduro; segundo, la otra manera, es viendo el corazón del maguey; pues si comenzaba hacerse pequeño significaba que esta listo para desarrollar quiote y, por lo tanto, dejar de ser útil para este proceso. Me explicó, también, que hay varios magueyes pulqueros y que la cantidad de aguamiel, en meses, varia depende de la especie; sin embargo, me aseguró que si se raspa en la mañana, en general, salen aproximadamente, de un maguey de tamaño promedio, unos ocho litros de aguamiel y por la tarde, como a las dos, ya esta de nuevo lleno el hueco con el delicioso y dulce líquido. El hueco se limpia raspándole y tirando a un lado del maguey los desperdicios.


Casa de tlachiquero - embaces de coca cola utilizados como acocotes.


Yo, en el cenit de mi investigación
Después de informarme de todo esto nos llevó con un vecino. “Seguro el tiene pulque, vamos a pedirle una probadita para que no te quedes con las ganas.” Me dijo Amado. Desafortunadamente este vecino nunca salió. Pero desde la reja de su casa que da a la calle se lograba ver a lo lejos algunos embaces de coca cola utilizados como acocote – utensilio hecho de calabaza hueca que se usa tradicionalmente para succionar el aguamiel del corazón del maguey- y “cubetas” de barro donde posiblemente había un buen pulque. Amado sabia que no estaba todo perdido, le explicó algunas cosas a Hector y me pidieron que los siguiera. Tomamos camino por una desviación cercana a la casa de doña Vicky y dimos algunas vueltas. Nos encontramos dentro de un laberinto rural que era difícil de entender por el calor que hacia. Para amenizar el camino Amado y Hector platicaban de algunas borracheras pasadas con pulque. Me platicaron que al medio día el pulque es considerado como “suave” porque su proceso de fermentación es joven y que este crece dentro de ti provocándote una inflamación por gas impresionante; sin embargo, decían, que ya en la tarde el pulque es considerado como “fuerte” porque la fermentación ha producido más alcohol y no existen tantas molestias estomacales. Me aseguraban que hasta los grandes bebedores de tequila han perdido la noción con solo un litro del pulque fuerte. Entre la platica fue cuando llegamos atrás de una pequeña construcción a un conjunto de maderos acomodados de forma que creara una austera habitación cubierta con una lona azul. En el centro de este pequeño espacio había otro tronco como mesa que acompañada a otros troncos mas largos tumbados de forma horizontal, servían de bancas. Dos hombres con caras rojas e hinchadas; con ojos a punto de salirse de sus cuencas se hallaban tomando pulque en aquella mesa y nos dieron las buenas tardes. Amado y Hector tocaron en una puertecita de otra pequeña construcción hecha de tabique, de la cual salió un anciano; pidieron que les vendiera un litro de pulque, pero aquel se negó. Argumentó que ya no tenía. Sin embargo la insistencia de mis guías y la retorica de uno de los que bebían en la carpa convencieron al anciano a vendernos un poco de pulque. Mientras esperábamos que nos sirviera la codiciada bebida me platicaron Amado y Hector que llevaban ellos mucho tiempo sin tomar pulque y que ahora acostumbraban a tomar cerveza. Me aclararon que no era por que les halla dejado de gustar la bebida mexicana; que la razón era principalmente está dificultad de conseguirlo, las pulquerías llevaban como diez años que ya no abrían; lo más parecido a estas era este lugar donde estábamos, lo que les hacia preferir, tomar cerveza. Entre otras cosa me dieron el tip de como reconocer un buen pulque y como saber si está rebajado con agua o no: “Si tomas el pulque y la espuma se queda en el vaso, el pulque es bueno; de no ser así, está rebajado con agua...” “...El pulque no debe ser apestoso ni baboso, ya lo conocerás.” Y en efecto, cuando vi aproximarse, hacia nosotros, al anciano con un jarro de gran tamaño en las manos comenzó hacerseme agua la boca por la idea capitalina que tenia yo del pulque que poco a poco se veía debilitada por una de un buen pulque hidalguense.


Cuando tuve el jarro en mis manos y observé en su interior pude comprobar lo que Hector y Amado me contaron en el trascurso de este tiempo. Hasta el color del pulque parecía diferente de los pulques que acostumbro a tomar en la ciudad. Los mosquitos ahogados eran ya conocidos por mi, sin embargo la cantidad se excedía esta vez. Pero faltaba conocer ese sabor y la consistencia que tanto presumían. Incliné el jarro en mi boca, trague algunos moscos y la bebida me embrujó con una serie de sensaciones que venían desde el roce con mis labios, la fiesta de mi lengua, el derrame por mi garganta; hasta caer en mi irritado estómago. Di unos dos tragos profundos y el calor de la zona que amodorraba los sentidos se unía a mi ser de una forma mágica. No desapareció, el trago solo me hizo comprender el calor y aceptarlo como fuese. Nos unió. Hector y Amado me preguntaron sobre el sabor y la consistencia. Tenían razón, este pulque no era ni baboso, ni apestoso. “Muy bueno, contesté” No me provocó angustia el hecho de darme cuenta que tal vez en chilangolandia nunca he tomado pulque y solo me han creado una idea de este. Sin embargo por el estado que me provocaba la bebida, de empatía y comprensión, llegué a la conclusión de que un pulque no era bueno porque había una regla para catarlo, sino por el disfrute de la compañía, la platica, el ambiente que produce una bebida cargada de mexicaneidad. Me sentía completo. Decidimos comprar otro litro y copartirlo. Hector y Amado prometieron que en otra ocasión, con más calma, me llevarían a ver el raspado del maguey y que beberíamos mucho pulque junto los mejores curados de avena conocidos por ellos.

El resto del día me la pase muy bien. Existía un deseo de seguir bebiendo pulque más no llegaba a obsesión como muchas veces pasa con otras bebidas alcohólicas. Conocí a más gente del lugar. Una persona en particular me comentó que no le gustaba el pulque aunque era muy apegado a las tradiciones y costumbres viejas del pueblo. El escaso litro que me bebí de pulque me llenó de energía y me dió fuerza y tiempo para leer, de regreso a casa,un libro referente a mi investigación. Ya en casa seguí con mis actividades pendientes. No me sentí cansado en ningún instante, dormí hasta en la noche. Eso si ,mi estomago fue quien tuvo mucho trabajo pero volvió a su normalidad. Espero volver pronto a Tepeji del Río y toparme con Hector y Amado para recaudar más información, en nombre de la ciencia, para una gustosa investigación pulquera.

martes, 26 de febrero de 2013

Pulquerias, ciudad y tiempo

 Esta publicación fue publicada en mi facebook por un amigo que, sabiendo que hacia yo una investigación del pulque, me hizo el favor de enviarme algo de lo que tenía él sobre el tema. Me pareció muy interesante el cambio del aspecto de la  ciudad, de la gente que se muestra aquí, pero sobre todo el impacto cultural. Dentro de muchos significantes diferencias culturales se puede puede notar en la foto de google maps que ahí muy cerca de donde estaba la pulquería "waterloo" hay  una cantina donde, la que al parecer vende actualmente, en mayoría, cerveza. Esto me parece que es una prueba  de que la cerveza ha sido un influyente para la disminución del consumo del pulque.Los mexicanos nos seguimos  embriagando, casi en los mismos lugares que hace un siglo pero ya no con las mismas bebidas. Así que tampoco nosotros somos los mismos que hace un siglo aunque seguimos aferrándonos a ciertos lugares .

Publicación original:

Imagen de principios del siglo XX que muestra a la Pulquería "Waterloo-Trafalgar" que se ubicaba en la esquina de la 1a. Calle de Mina (antigua Puente de Villamil) y Plaza 2 de Abril, frente al mercado porfiriano. El edificio donde estuvo este establecimiento aún existe.

En Google Maps: http://bit.ly/jeH4R9


La rockola de la pulcata.



Dos interpretaciones musicales diferentes, de músicos mexicanos, relacionadas con el pulque; dos formas de sentirlo, conocerlo e integrarlo al contexto de la vida. Pensamientos diferentes que se unen en, al menos, tres mundos en común, el de la música, el del pulque y el de la mexicaneidad. Aquí, Chava flores y Los Xochimilcas:

 LOS PULQUES DE APAN

Chava Flores
Esta obra del maestro Chava Flores nos invita a crearnos una idea de la vida acostumbrada en las pulquerías  de la Ciudad de México entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX. De manera muy amena a ritmo de corrido, este gran compositor mexicano, nos describe, acompañado de las guitarras, todo un ambiente que ,actualmente, es muy raro encontrar. No dejen pasar este trago musical anacrónico  y mexicano :
Chava Flores -Los pulques de apan



PULQUE PARA DOS

Los Xochimilcas
 La genialidad de esta composición, nos lleva a sentir en su comienzo, sin definir donde, un ambiente de armonía y fiesta. Ya transcurridos unos minutos, nos damos cuenta de no estamos en cualquier fiesta, si no en una pulquería. El grito inesperado y lejano: "Pulque, para dos"; nos traé, a nuestra mente, los recuerdos de cuando en realidad estamos en la pulcata. No se diga más, escúchenla e imaginen su lugar en la pieza:


domingo, 17 de febrero de 2013

Controlar y resisitir - Mario Barbosa

      Este documento es una ponencia de Mario Barbosa Cruz donde investiga la situación del pulque en la Ciudad de México durante su época dorada (1900-1920). La información ahí escrita hace de esta obra parte importante de la bibliografía utilizada para mi investigación sobre el pulque y su contexto social.Ya que muestra de forma  detallada los argumentos de los sectores sociales ante la problemática que acontecía el pulque en esa época.
          
       Mucho de lo que se dice abre el panorama de la historia no solo del pulque; si no de una sociedad incesantemente controlada y en resistencia.

Aquí, en la siguiente liga, el documento:

Controlar y Resistir. Consumo de Pulque en la Ciudad de México 1900-1920

OCTLI - SUBVERSIÓN INTERNA

Desde un principio, desde la llegada de los españoles a América, el pulque se vio influido por el concepto europeo de las cosas. Por ejemplo, el nombre en nahuatl de lo que conocemos como pulque es Octli. Según la Mtra. Patricia Ledesma Bouchane la fermentación del aguamiel llamado pulque es un termino que introdujeron los españoles de un vocablo de las islas del Atlántico que significa “podrido”. Al parecer está sería la forma de explicarse una bebida que no podían entender sin experimentar, primero, la cosmovisión y cosmogonía prehispánica. Tenían que dominarla con el intelecto ilustrado de Europa ya que su esencia americana y divina les era inalcanzable; así que optaron por la relación entre fermentación y podredumbre para definir algo que iba más allá de un proceso químico. Y aunque este concepto a pasado por varios procesos históricos sin verse, en realidad, modificado en la idea general; actualmente, con la resurrección de la cultura Pulquera en la Ciudad de México, se demuestra que el concepto usado por los españoles es más débil que la realidad acontecida.
En tiempos de la colonia el consumo del pulque era considerado por los españoles, según los estudios de William Taylor y Juan Pedro Viqueira un elemento que alteraba, improductivamente, el comportamiento de los indios. Se afirmaba que la situación deplorable de sus vidas se debía al consumo de este milenario producto y que de no usarlo en sus vidas barbaras, su situación cambiaría dirigiéndose hacia un progreso correcto, el progreso Europeo. Pero eso decían los españoles, ese era su papel como conquistadores. No será que el indígena a partir de una situación crítica, como en la que se encontraba durante la colonia, fuera la verdadera causa de su embriaguez y no al contrario como los impositores afirmaban. La interpretación depende de quien cuente la historia. Desde el punto de vista moral y religioso, los evangelizadores católicos, con justa razón, no aceptaban siquiera el simple uso cotidiano, acostumbrado y milenario de conexión divina que representaba el pulque. El hecho de ser indígena y beber pulque sin embriagarse era motivo de castigo que se aplicaba de la misma forma que si se hubiera perdido la noción por tanto beber. Susana Corcucera cita en su artículo “Pulque y evangelización. El caso de Fray Manuel Pérez (1713)”: “Ni toda la población indígena era borracha, ni todo el que bebía pulque era necesariamente ebrio. Esto nos deja ver que el aparentemente mal colonial no radicaba en la embriaguez y los efectos de ésta particularmente. Otras bebidas embriagantes como el vino, de origen Europeo, eran difícilmente consideradas como dañinas; y al contrario de lo que pensaban del pulque los españoles, se respetaba la esencia divina del vid como la sangre de Cristo. La contradicción era evidente. En realidad no importaba la embriaguez y sus efectos, si no el poder que otorgaba el imponer moralmente algo como dañino. El poco caso por parte de los indígenas consumidores de pulque a las normas establecidas por la Iglesia y el aumento de su venta fue motivo, aparentemente, para que la Corona tomará medidas y logrará beneficios de la rebeldía producida por el pulque. Aunque era éticamente mal visto el uso del pulque se prescindió de su peso moral y la Corona Española apoyo para aumentar el consumo y producción; pues éste generaba grandes impuestos absorbidos por la Real Hacienda.
           Durante la independencia aumentó el número de pulquerías y; al finalizar aquella y toda la primera mitad del siglo XIX, con la inestable situación del país, impidió que existiría un control formal por parte del gobierno para la instalación de pulquerias; hasta que se llevaron a cabo los proyectos de modernización en la segunda mitad del siglo. En 1854 se optó por llevar a las pulquerías a las orillas de la ciudad. La intención de las autoridades fue confinar y separar el consumo de pulque de los sectores populares, de las elites. Esto provoco un fenómeno que llevó a que se aumentara el uso de la bebida y ,por ende, la producción en haciendas magueyeras . Otra vez, la imposición y normativizad había favorecido a la industria pulquera en vez de lo contrario.
Pulquerñia en Tacubaya
  
Mecapaleros
Entre 1900 y 1920 el pulque tuvo su mayor auge de popularidad. Las pulquerías eran un punto importante de reunión social. No había día que no hubiera clientes. Para la dominación de las vidas cotidianas de las personas que ahí asistían se implantó un control administrativo. Las autoridades implantaron normas como: un horario de servicio que no favorecía a las pulquerias , la prohibición de mujeres dentro de estos establecimientos, el consumo del pulque solo acompañado de alimentos y toda una lista de requisitos para la instalación de “pulcatas” casi imposibles de cumplir. Por otro lado, la influencia moral de esta época, marcada por la sociedad, degradaba, no solo al pulque si no mucho de lo que en las pulquerías sucedía, como: gritar, jugar o permanecer ebrio. Pero, de nuevo en la historia del pulque después de la conquista, estas limitaciones nunca fueron obstáculos para su consumo. El pulque poco a poco se ganaba una reputación rebelde. La vida de las pulquerìas se mantuvo ante un esfuerzo de destruirla. Es probable que una de las causa fuese que tanto la policía encargada de hacer cumplir las normas civilizadoras del gobierno como los clientes de las pulquerias existiera un gusto en común por el pulque y todo el contexto social que implica el beberlo, dando como resultado una compresión y camaradería que las autoridades no veían. Se demostró que las leyes no podían en contra de las tradiciones y los gustos del pueblo. No había forma de controlar lo que se llevaba en la sangre. Hasta que otra bebida conquistó el gusto del mexicano, la cerveza. Al iniciar la revolución mexicana, la introducción de nuevas bebidas como la cerveza, disminuyó el consumo de la milenaria bebida prehispánica. El pulque debía dar paso a las nuevas industrias capitalistas; así que se inventaron leyendas sobre la fabricación del pulque para que la gente dejara de consumirlo: La muñeca echa de excremento para agilizar la fermentación era una de ellas. Mario Barbosa Cruz concluye en su ponencia: " Los argumentos en que se sustentaba la batalla contra estas bebidas, y en particular contra el pulque, se encontraban en la defensa de una ciudad más salubre y civilizada. El pulque fue asociado con la suciedad, los gérmenes relacionados con la insalubridad y la inmoralidad, término utilizado para calificarlos comportamientos que no cabían en los moldes de la ciudad urbanizada y moderna. Como la pobreza, el consumo de pulque y la vida en los lugares populares en donde se consumía esta bebida fueron motivo de crónicas y amplias descripciones sobre la situación de insalubridad que relacionaron embriaguez y delincuencia." Se comenzaron a beber bebidas embotelladas que no fueran artesanales y tuvieran un control de calidad. El pulque parecía estar en graves problemas, pero la integración del mundo indígena a los medios de comunicación y el estilo artesanal en auge dio pauta para un regreso inesperado del pulque a la sociedad mexicana.

Pulque y Cerveza
Hubo épocas que el uso de pulquerías como puntos de reunión social y de posible organización subversiva fue una preocupación de las autoridades. Actualmente, que lo que se consideraba subversivo también es víctima del capitalismo, no es necesario ir a una pulqueria para consumir pulque de forma social. Existen lugares donde se vende pulque y no son pulquerías. Son lugares donde la música, los olores, las imágenes y hasta las ideas son totalmente diferentes de lo que conocemos como pulquería. Cumplen con todas las normas aplicadas por la autoridad y están libres de suciedad, las autoridades ya no temen a lo que se construya ahí. Sin embargo el pulque se está actualizando y el sabe por donde es el camino, no las leyes. Él esta ahí para todos. Y para los corazones tradicionales queda de consuelo que las pulquerías están renaciendo, se están llenando de jóvenes deseosos no solo de beber un pulque por el estado de embriaguez que crea; si no por el hecho de compartir con los demás una esencia milenaria, rebelde y mexicana que se bebe a cada trago.